- Hasta el año 2020, las alteraciones y problemas de salud mental han sido la segunda causa de baja laboral temporal y permanente en España. Las previsiones de la OMS son que en 2020 sean la causa principal.
- Los costes directos e indirectos que supusieron las enfermedades mentales en España fueron del 4,2% del Producto Interior Bruto Estatal, en torno a 40.000 millones de euros.
- Los costes de tratar la depresión son mucho menores que los costes de no hacerlo.
- Desde el enfoque Cognitivo-Conductual se han derivado tratamientos eficaces para una diversidad de problemas: depresión, ansiedad generalizada, trastornos de alimentación, etc.
La depresión:
Constituye hoy en día un importante problema de salud con graves repercusiones para el paciente, los familiares y la sociedad en general. Hasta el año 2020, las alteraciones y problemas de salud mental han sido la segunda causa de baja laboral temporal y permanente en España. Las previsiones de la OMS apuntan a que en el año 2020 sean la causa principal. Más de 300 millones de personas en el mundo sufren depresión y más de 260 millones tienen trastornos de ansiedad. De hecho, muchas personas padecen ambas afecciones.
En algún momento de su vida, casi un 20% de las personas residentes en España ha presentado algún trastorno mental según los criterios del DSM-IV, y un 8.4% lo hizo en el último año. El episodio depresivo mayor es el más usual, con una prevalencia de 3.9%, siendo para las mujeres más del doble que para los hombres, 5.62% frente a un 2.15%. Por tanto, la probabilidad de que una persona sufra depresión a lo largo de su vida es superior a la de otros trastornos mentales, como los de ansiedad o consumo de sustancias.
Además, los trastornos de tipo depresivo usualmente se dan en adición a otros tipos de desórdenes mentales y conductas que ponen en peligro la vida del paciente, como el intento de suicidio, cuyo riesgo es tres veces superior en pacientes diagnosticados de depresión mayor en comparación con la población general.
Trastornos depresivos y por ansiedad
Los trastornos por depresión y por ansiedad son problemas habituales de salud mental que afectan a la capacidad de trabajo, absentismo, incremento de accidentes, uso continuado de los servicios de salud, jubilación anticipada y perdida de la productividad. Menos frecuentes, aunque no por ello menos importantes, son enfermedades mentales más graves como el trastorno bipolar, la esquizofrenia y algunas otras formas de psicosis, trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa, o los trastornos obsesivos compulsivos, entre otras, ya que, en muchos casos, derivan hacia una discapacidad desde edades muy tempranas.
De acuerdo con un estudio reciente de la OMS, se estima que los trastornos por depresión y por ansiedad cuestan anualmente a la economía mundial US$ 1 billón en pérdida de productividad.
En concreto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha hecho público un extenso estudio que, entre otros aspectos, calculaba los costes directos e indirectos que supusieron las enfermedades mentales para los países de la Unión Europea en 2015. “La salud de un vistazo: Europa 2018”, recoge los datos más recientes al respecto: la media de los 28 superó el 4% del PIB, es decir, más de 600.000 millones de euros. Y centrándose en el caso concreto de España, el gasto fue del 4,2% del Producto Interior Bruto Estatal, en torno a 40.000 millones de euros.
Del coste total europeo
190.000 millones se corresponden al gasto directo en atención sanitaria; 170.000 millones, a la inversión en programas de seguridad social; y 240.000 millones representan los costes indirectos generados en el mercado laboral por bajas, incapacidades y caída de la productividad.
Durante la vida adulta pasamos gran parte de nuestro tiempo en el trabajo y nuestra vivencia en el trabajo es uno de los factores que determinan nuestro bienestar general.
Los empresarios y directivos que ponen en práctica iniciativas para promover la salud mental en el entorno laboral y prestan apoyo a los empleados que padecen trastornos mentales, comprueban que no solo se obtiene una mejora de la salud del personal, sino que también se produce un aumento de la productividad.
En cambio, un entorno de trabajo adverso puede ocasionar problemas físicos y psíquicos, un consumo nocivo de sustancias y de alcohol, absentismo laboral y pérdidas de productividad.
El tabú sobre esta enfermedad sigue presente y la banalización del término «depresión», con el que muchas veces se denominan otros trastornos de menor intensidad o reacciones emocionales normales, no contribuye tampoco al correcto diagnóstico.
Otro factor involucrado
Es el estigma de la depresión y los prejuicios asociados, que conducen a que muchos pacientes que la padecen no lo lleguen a reconocer. Esta situación se origina por falta de información científica de calidad, lo que provoca rechazo al paciente e impide que la persona afectada reciba una atención precoz.
Una de las claves del tratamiento adecuado de la depresión es su detección precoz, lo que contribuye a que los tratamientos sean más efectivos. En esta línea, la US Preventive Services Task Force, siguiendo las indicaciones de la Academia Americana de Médicos de Familia, recomienda la práctica de cribado para la depresión en la población general, siempre que existan sistemas adecuados para asegurar una correcta detección, un tratamiento efectivo y un seguimiento de la depresión en la población adulta.
Así mismo, en ese mismo informe, se recoge la propuesta de la Escuela Americana de Medicina Preventiva, que apunta que los médicos de familia dispongan de medios y trabajen en colaboración con los servicios de salud mental para un correcto diagnóstico y manejo de los pacientes.
Los costes de tratar la depresión son mucho menores que los costes de no hacerlo. Sin embargo, alrededor del 50% de los pacientes no llegan a ser tratados y, de los que siguen un tratamiento, solo el 42% (21% del total) recibe alguno que se ajusta a las guías de práctica clínica autorizadas. Todo esto tiene consecuencias negativas también para el sistema de salud.
Una alternativa coste-efectiva
A la situación actual descrita consiste en invertir en intervenciones de prevención, cribado, diagnóstico y tratamiento de la depresión en el medio laboral. Además, numerosos estudios han señalado que algunos factores laborales impactan en la salud mental del empleado, incluyendo el apoyo social, la actividad física, la satisfacción percibida por la tarea realizada (balance entre autonomía y responsabilidad), aspectos organizativos de la empresa con posibilidad de promoción y la seguridad laboral.
Por tanto, la intervención efectiva sobre la depresión laboral no solo incluye la detección, diagnóstico y tratamiento, sino su prevención, basada en actuaciones que mejoren las condiciones laborales de los empleados.
En Europa
Se han desarrollado programas en empresas con resultados muy positivos. Entre otros ejemplos está el de Lundbeck, donde se han diseñado cursos sobre cómo crear ambientes positivos y gestionar el estrés, así como acuerdos con psicólogos para que los empleados puedan recibir apoyo psicológico cuando lo necesiten; Unilever, que ha desarrollado cursos de liderazgo para sus gerentes y un portal con las herramientas y recursos necesarios sobre depresión, o British Telecom, que centró sus acciones en 3 niveles: promover la salud mental, apoyar cuando esta puede estar en riesgo y gestionar los problemas de salud mental cuando aparezcan.
Respecto a los tratamientos psicológicos, no todos han sido sometidos convenientemente a prueba. El más investigado, hasta el momento, ha sido el tratamiento Cognitivo-Conductual. Desde este enfoque se han derivado tratamientos eficaces para una diversidad de problemas: depresión, ansiedad generalizada, trastorno de pánico, obsesiones y compulsiones, problemas de pareja, dependencia a sustancias, trastornos de alimentación, trastornos psicosomáticos, etc.
Como recomendaciones generales se proponen:
- Crear un entorno laboral favorable a hablar de depresión para detectar las señales de alarma que permitan un diagnóstico temprano, y así reducir los elevados costes originados por la baja productividad, el absentismo, el presentismo y la atención sanitaria.
- Empoderar a los pacientes desde la dirección de las empresas (directamente o apoyándose en iniciativas sociales) para que superen los tabúes que les condicionan y rompan la barrera de silencio que impide que sean diagnosticados y tratados.
- Fomentar programas que tengan como objetivo efectuar un diagnóstico precoz y tratamiento, junto a una adecuada canalización de los trabajadores con depresión.
- Incluir el entorno laboral en el tratamiento integral de la depresión como elemento importante de la vida de los pacientes.
- Promover canales de interacción medicina del trabajo-atención psicológica/psiquiátrica especializada.
- Incluir en la normativa la adaptación de las jornadas laborales al trastorno depresivo para evitar opciones extremas: validez total o invalidez.