En Psicológicamente somos especialistas en Terapia Cognitivo-Conductual (TCC). Podemos definir la TCC como la aplicación clínica de la ciencia de la Psicología y se fundamenta en principios y procedimientos validados empíricamente. Es decir, sus programas de tratamiento y técnicas son eficaces para tratar una amplia gama de trastornos psicológicos y para potenciar el desarrollo y mejora de las habilidades de las personas.
Las características actuales de la TCC se pueden resumir en 9 puntos:
- Las técnicas y procedimientos utilizados cuentan en su mayoría con base científica o experimental y, una proporción importante, surgen de la experiencia clínica.
- El objeto de tratamiento es la conducta, y sus procesos subyacentes, en sus distintos niveles (motor, cognitivo, emocional y fisiológico).
- La conducta es básicamente aprendida, es decir, resultado de los múltiples factores que han operado en la historia de cada sujeto (desde su nacimiento hasta el presente), sin olvidarnos de la influencia de factores biológicos y sociales.
- El objetivo de la intervención es el cambio cognitivo, emocional y comportamental. Aprender a pensar, sentir y comportarnos de manera más adaptativa, para así aumentar nuestro nivel de bienestar y evitar las posibles reincidencias. De este modo, el cliente/paciente acaba convirtiéndose en su propio terapeuta.
- Pone énfasis en el momento presente, aunque tiene en cuenta la historia de aprendizaje del individuo para explicar la situación actual.
- Existe una estrecha relación entre evaluación y tratamiento, que se extiende a lo largo de toda la intervención terapéutica.
- El tratamiento es activo e implicará la realización de algunas actividades a cargo del cliente. El cambio tiene que trasladarse al medio ambiente natural del sujeto interesado y por ello, habrá que poner en práctica lo aprendido en las sesiones. Gran parte del éxito terapéutico dependerá de ello.
- La relación terapéutica (relación paciente-terapeuta) es un elemento de gran valor, ya que terapeuta y paciente/cliente funcionan como un equipo en la identificación, explicación y resolución de dificultades.
- La terapia estará orientada a la consecución de metas (propuestas en equipo) a corto, medio y largo plazo.
La TCC se utiliza para el tratamiento de diversas dificultades y trastornos psicológicos:
- Depresión.
- Ansiedad y estrés.
- Manejo de ira.
- Agorafobia y ataques de pánico con agorafobia.
- Trastorno generalizado de ansiedad.
- Trastorno obsesivo compulsivo.
- Ataques de pánico.
- Estrés postraumático.
- Ansiedad social y fobia social.
- Trastorno bipolar.
- Trastorno de personalidad limítrofe (Borderline).
- Trastorno disociativo.
- Trastornos de conducta alimentaria.
- Ludopatía (adicción al juego).
- Trastorno afectivo estacional.
- Somatización.
- Abuso de alcohol (alcoholismo).
- Abuso de cocaína.
- Abstinencia de tabaco.
- Intentos de suicidio.
- Baja autoestima.
- Dificultades relacionales.
- Separaciones y divorcio.
- Ansiedad por enfermedad (hipocondría).
- Desórdenes relacionados con condiciones médicas (insomnio, disfunción eréctil, asma, dolor por cáncer, colitis, infertilidad, migraña, desórdenes del sueño, fibromialgia, etc.)
- En niños y adolescentes (depresión, fobias, enuresis, encopresis, ansiedad por separación, etc.)
Para entender qué es la TCC en el presente, debemos remontarnos a sus inicios y describir brevemente su evolución.
En los años 50 hace su aparición, en el escenario de los tratamientos psicológicos, la Terapia de Conducta. Parte de la idea de que toda conducta es aprendida y puede modificarse mediante los principios del aprendizaje. Los terapeutas de conducta se centraron en la conducta observable y en el contexto en el que se producía, contribuyendo así al desarrollo de la psicoterapia científica.
Hacia 1970, empiezan a surgir planteamientos que ponen en duda si los principios del aprendizaje son suficientes para explicar la conducta humana. Por ello, se empiezan a desarrollar enfoques que tienen en cuenta los aspectos cognitivos, emocionales, sociales, etc., para explicar el comportamiento humano. Los desarrollos teóricos más representativos son las Teorías del aprendizaje Social y el enfoque cognitivo en Terapia de Conducta, que se caracterizan por el papel determinante que otorgan a los procesos y estructuras mentales.
En un primer momento, las cogniciones se consideran como conductas encubiertas, sujetas a las mismas leyes del aprendizaje que la conducta observable. Posteriormente, se valora la mente como una computadora; la información de la realidad entra en la mente y se procesa, generando un resultado. Los problemas emocionales se deberían a “errores” al percibir la realidad, como consecuencia de esquemas y asunciones desadaptativas del mundo, de sí mismos y de los demás.
Esta evolución ha dado lugar a un panorama heterogéneo de técnicas terapéuticas. En los años 80, la TCC ya se encuentra plenamente consolidada.
En la actualidad, además de la diversidad de técnicas con las que cuenta, contemplamos el desarrollo de las llamadas terapias contextuales y la influencia de las Teorías del aprendizaje constructivistas a los modelos cognitivos.
El enfoque contextual enfatiza el peso del contexto (físico, social y verbal) en la determinación y explicación de la conducta. Las terapias cognitivas constructivistas se basan en la concepción del ser humano como constructor activo de la realidad personal, es decir, no existiría una realidad independiente de los sujetos a la que acercarnos de manera racional y objetiva, sino que hay múltiples realidades en función del significado particular que cada individuo le otorgue, y el terapeuta ayudará al cliente, a ser consciente de cómo crea su realidad y de las consecuencias desadaptativas derivadas de la misma; le servirá como mentor, guía y apoyo en el proceso de cambio.
El proceso de evolución de la TCC, se ha guiado por la necesidad de mejora de las perspectivas anteriores, tratando de atender la globalidad y complejidad del comportamiento humano.
El momento actual se caracteriza por la convivencia de las aportaciones de tres generaciones y nos ofrece un arsenal terapéutico cada vez más amplio y eficaz. Entre otras, podemos señalar las técnicas operantes (para disminuir, aumentar o modificar conductas), los contratos de contingencias, técnicas de exposición, la desensibilización sistemática, técnicas de relajación, mindfulness, modelado y entrenamiento en habilidades sociales, la terapia racional emotiva, la terapia cognitiva, técnicas de habilidades de afrontamiento y solución de problemas, etc.